Trabajo social en la pandemia
Susana Cazzaniga
Estas notas, algo desprolijas, muy precarias y provisorias, me surgen en medio de mi aislamiento social preventivo y obligatorio que si bien me aleja de las posibilidades de estar en la primera línea no me impide pensar ni tratar de aportar “algo” para el momento tan especial y dramático que estamos viviendo. La pandemia alteró absolutamente todos los aspectos de nuestra vida cotidiana individual y colectiva. Desde el “encierro” de los que en esta situación somos privilegiados hasta las concepciones políticas acerca del estado, entre tantas y tantas cosas.
De todas formas muches colegues se encuentran en sus lugares de trabajo tratando de caminar por una senda que se muestra compuesta por dos carriles paralelos: autocuidado e intervención profesional. Dos actividades que por estos momentos en los que los expertos nos dicen que es el aislamiento (autocuidado) parte del “tratamiento” que afectará positivamente a todo el cuerpo social, pareciera que se vuelven contradictorias en tanto en nuestras intervenciones profesionales la relación cara a cara es indispensable. El miedo, tan humano, no debe ser desestimado desde esa subjetividad heroica de la que habla Sandra Arito, pero tampoco son tiempos de considerar a nuestra profesión como parte de servicios “no esenciales”. Me consta que existen hoy muchísima/os trabajadoras y trabajadores sociales que están dando pasos en esa dirección, reinventando modalidades y estrategias.
En estas “notas” me tomo el atrevimiento de colectivizar algunas ideas, quizás muchas ya en práctica, otras inviables, pero todas desde la convicción de que es posible, a pesar de todo, pensar colectivamente. Invito a quienes las lean a debatirlas, rechazarlas, enriquecerlas, quizás entre todes podemos aportar a la construcción de estrategias significativas para el momento.
1.- Autocuidados:
Lo sabemos, necesitamos todos los insumos: barbijos, guantes, alcohol en gel, desinfectantes varios como derecho a la protección mínima de nuestras condiciones de trabajo. Esta demanda no debe ser encarada sólo desde lo individual, debe ser colectiva y motorizada por Colegios Profesionales y sindicatos en los que estamos afiliados, entre otras organizaciones que pueden denunciar las faltas pero también pueden proponer otras estrategias de cuidado. Las intervenciones necesitan ser más que nunca interdisciplinarias y necesarias de poner en reflexión lo que es “necesario hacer”, lo “que se puede hacer”, de “quién es la responsabilidad” (del equipo de salud, de trabajo social, de los funcionarios, de las asociaciones) y “hasta donde”. De esta manera el autocuidado es siempre colectivo y por lo tanto “político” formando parte de toda estrategia de intervención.
Por último, una video llamada o una simple llamada telefónica a quienes creemos nos puedan escuchar, ayuda a descomprimir y a sentirnos acompañades!!!
2.- Intervención profesional
Si bien les colegues más involucrados están en el campo de la salud, creo que nuestra intervención directa (más allá de la modalidad) se encuentra en todos los ámbitos y en particular en lo que hoy se da en llamar el aislamiento “barrial”. Intenté recabar información sobre esto pero no encontré muchas cosas, aunque creo interesante lo que postulan los Sacerdotes de la Opción por los Pobres.
Elaborar estrategias de aislamiento barrial exige tener en cuenta varias dimensiones entre las que destaco por una parte el conocimiento de la vida cotidiana de estos espacios y por otro lado la articulación y coordinación tanto con los decisores centrales de los programas socio sanitarios como con la totalidad de las organizaciones e instituciones barriales. Y justamente somos les trabajadores sociales quienes tenemos el “pulso” de los barrios (por lo menos en algunos lugares) y por ello, los indicados para hacer propuestas de cómo llevar adelante este tipo de estrategia o por lo menos intervenir teniendo en cuenta algunos vectores centrales.
En principio entiendo que un aislamiento barrial significa que los habitantes de un barrio, zona o delimitación territorial no traspase, en lo medida de lo posible estos límites. Gran desafío para que esta modalidad no se convierta en un experimento de “confinamiento” a futuro, algo que debemos tener presente en forma constante: se trata de una medida provisoria que de ninguna manera debe atentar contra los derechos humanos. Entiéndase que hablo de los derechos humanos, derechos que superan ampliamente los del orden individual y que ponen en el horizonte lo común como bien innegociable.
A continuación tomo en cuenta algunos aspectos en los que trabajo social tiene una fuerte implicación: el conocimiento de la vida cotidiana de estas zonas y/o la capacidad para recogerlos, sistematizarlos y con ellos construir un diagnóstico.
a.- Población más vulnerable:
– De acuerdo a lo que nos dicen desde el campo de la medicina, los mayores de 60 años y los que presentan dolencias previas referidas a lo respiratorio, oncología, diabetes, hipertensión, etc. se convierten en la población de mayor riesgo. Sabemos que en nuestros barrios las condiciones de vulnerabilidad por mala alimentación, consumos problemáticos entre muchísimas más, contienen a personas de menos edad. No obstante es interesante tener un mapeo de aquella población para una mayor protección: desde mantener con ellos algún contacto aunque sea telefónico hasta trasladarlos a lugares en lo que puedan hacer un aislamiento social más cuidado. He leído que los sacerdotes están poniendo a disposición las parroquias de sus barrios, bueno estaría hacer un relevamiento de clubes u otros espacios apropiados. Es fundamental que esos lugares cuenten con todos los insumos necesarios, desde lo que hace a la higiene, la alimentación, hasta las personas idóneas para su cuidado (cuidadas a la vez). Esto significa montar la logística apropiada.
– Mujeres en situación de violencias:
Se encuentran ya dispositivos en circulación al respecto, más los últimos datos de los femicidios cometidos durante estos primeros días de aislamiento nos alertan sobre la precariedad en la que se (nos) encuentran (mos) las mujeres. Se me ocurre (insisto en que es muy probable que no sea original porque las colegas especialistas en el tema seguro que ya lo han considerado) contar con los datos de las denuncias y situaciones de violencia de las mujeres del barrio para hacer algún tipo de seguimiento, con las coordinaciones con las instituciones y organizaciones que se consideren pertinentes. Un tema muy sensible x lo tanto las actividades no pueden llevarse adelante desde el puro voluntarismo.
– Niñas, niños y adolecentes sujetos de diferentes violencias:
En la misma línea con lo anterior, necesitamos saber sobre la situación de esta población coordinando con los organismos correspondientes, evaluando en cada caso la conveniencia de su permanencia en esos hogares, las estrategias específicas, etc.
b.- Condiciones de vida:
– Si bien las primeras medidas tomadas por el actual gobierno tuvieron que ver con el refuerzo monetario a los sectores más vulnerables: tarjetas Alimentar (lanzada ya antes de la pandemia), a las AUH, los ingresos familiares de emergencia, etc. sabemos que no “todo” siempre llega y necesitamos conocer estas situaciones. Quizás nuestros “cuadernos de campo” o libreta de notas u otro tipo de registros puedan auxiliarnos, así como los datos de los organismos centrales (ANSES por ejemplo), siempre manteniendo el horizonte ético para no caer en la “vigilancia e inspección”.
Este sector, además vive “de changas” que se realizan fuera de los límites del barrio, lugares donde por lo menos por ahora la circulación del virus es mayor. He escuchado una propuesta bien interesante que tiene que ver con trasladar esas changas al mismo barrio. Fácil decirlo, aunque complejo o por lo menos no tan fácil hacerlo realidad ya que los vecinos de los barrios más postergados no se encuentran en condiciones de dar “un trabajito para hacer” a otro vecino. En este sentido se pueden barajar varias alternativas: que los municipios organicen tareas en diversos servicios (desmalezamientos, cordón y cuneta, descacharramientos a propósito del dengue que también asola), lo mismo las provincias respecto del arreglo de escuelas, por ejemplo, actividades que deberán realizarse en forma individual o de pequeños grupos y solventadas por programas sociales ad hoc. En el caso de contar con instituciones privadas ellas podrían organizar tareas de albañilería u otras como para emplear a algunos vecinos. Evidentemente este aspecto necesitará de coordinaciones verticales y horizontales para que sea manejable.
– Provisiones/Consumo:
Conocer y reforzar los circuitos de provisiones que ya están circulando (compras comunitarias, organizaciones espontáneas entre los vecinos para salir a comprar, etc.), así como los comedores escolares y comunitarios. Este aspecto depende mucho de las características, prácticas y tradiciones de las zonas por lo que resulta importante revisar las que ya se están llevando adelante junto con el asesoramiento sanitario para incorporar las modalidades que reporten la mayor protección posible. En algunos lugares se está considerando sancionar a comercios que alteren los precios máximos y demás disposiciones gubernamentales exigiendo la entrega de alimentos y limpieza a comedores comunitarios. También acá se imponen las coordinaciones con diferentes organismos públicos.
Hasta aquí algunas ideas, insisto que seguramente no son novedosas. Son sólo “notas” para discutir, que quizás puedan aportar y que necesariamente tendrán que ser analizadas desde las particularidades de nuestros lugares.
Considero que todes les colegues podemos intervenir en estas estrategias. Algunes lo harán desde la propia institución barrial, otres desde organismos centrales, otres desde su lugar de asilamiento (pensando propuestas, llamando a les profesionales y prestándole “oreja”, recogiendo y sistematizando datos).
Los colegios profesionales, tienen que vigilar las condiciones de trabajo y hacer las demandas correspondientes, pero a la vez convertirse en centro de referencia para diferentes coordinaciones, asesoramientos, en fin en los acompañamientos que un momento como este exige.
Se han creado muchos “comités de emergencia”, existen trabajos de coordinaciones interinstitucionales, se está trabajando… No obstante me parece una buena oportunidad como para pensar de conjunto sobre las mejores estrategias en esta situación tan nueva e interpelante.
Cuando nos encontremos volveremos a abrazarnos!!!!